sábado, 15 de septiembre de 2012

EL VERANO DE LOS AUSENTES


                                   
           Banda sonora para este "post" : "Telephone Line", Electric Light Orchestra, 1.976


Ha sido un verano extraño. En la climatología, con una ola  de calor memorable que invadió hasta el último rincón de la península.

En lo humano, he sido consciente de que estamos cada vez mas rodeados por los que "no están aquí". ¿ De quién hablo ?. Pues de un nuevo espécimen humano que tiene un teléfono "inteligente", un "smartphone" como prolongación de su mano.

Tomo una cerveza fría después de una mañana de playa en el Cantábrico. Un "chiringuito" ofrece hospitalario sus mesas a pocos metros de las dunas cubiertas de gramíneas, que marcan el comienzo de la playa. Contemplo al ocupante de la mesa de la lado. Sus dedos, trazan invisibles surcos sobre una pantalla. Me recuerda a los movimientos de un prestidigitador haciendo un juego de manos.  Su rostro es una sucesión de leves muecas mientras contempla la minúscula pantalla. 

Frente a nosotros, desfila la vida por la playa, un río de humanidad variopinta, enmarcada en una de las costas mas espectaculares de la zona. 

Mi vecino de mesa, sigue ajeno a todo lo que se mueve alrededor. Incluso yo, a pesar de mi proximidad, no soy mas que un fantasma para él, un reflejo visto de reojo. El, está en otro mundo.

Algo mas tarde, en la terraza del hotel, un grupo de bilbainos habla a voz en grito de las tarifas de su operador de telefonía móvil, de los modelos que han conseguido "sacarle" a la compañía. 

Una de ellas, madre de un estudiante universitario que cursa los estudios en una ciudad distante, confiesa su alivio porque desde hace unos meses, su "vástago" le retransmite toda sus actividades a través del "whatsapp".

No puedo dejar de sonreírme al imaginarme al jovencito, metido en una juerga épica junto a sus compañeros, y mandandole un mensaje a su madre diciendo : "Mamá, apago el móvil, que ya estoy en la cama y mañana madrugaré para repasar el examen que tengo". 

Yo también he tenido dieciocho años, y una habilidad innata para comportarme como un canalla manteniendo las buenas apariencias.

Al menos, los diez minutos de berridos de los de Bilbao, me ha servido para ponerme al día en lo que concierne a tarifas y modelos de "smartphone".

Voy hacia el mostrador, a pagar la consumicion. A mi lado, en la barra, un tipo de unos treinta años, también está "enzarzado" con el "smart". Por el escándalo de tonos y ruidos que salen del altavoz, deduzco que está metido en un juego en linea. Frente a él, hay un vaso largo lleno de cerveza que ha perdido toda la espuma, y tiene todo el aspecto de estar caliente. El camarero y yo, somos viejos conocidos. Le hago una mueca en dirección al del "smart", y el me susurra :

- Lleva así tres cuartos de hora, cada vez que aparece por aquí, hace lo mismo.
- Pues la cerveza, le va a criar ranas.- Respondo yo.

Aquellos días en Cantabria, observo a los "secuestrados" por las pantallas por todas partes. Algunos de ellos, incluso caminan por las avenidas tecleando a dos manos, a riesgo de dejarse la cabeza contra la columna de un semáforo.

De regreso a Barcelona, mi actividad laboral empieza de una manera algo perezosa. El calor extremo y húmedo domina la ciudad. Una de esas tórridas tardes, tengo una reunión de trabajo en una empresa del ensanche barcelonés, en la zona del hospital de San Pablo. Desisto de usar el coche para acudir a ella, y prefiero tomar el metropolitano, hay media hora de trayecto, pero me ahorro las molestias de buscar aparcamiento. La época en que Barcelona estaba desierta en el mes de Agosto, ha pasado a la historia.

Regreso en plena hora punta, una vez acabada la reunión. Estoy aprovechando el trayecto para leer el periódico del día. Unos gestos que capto por el rabillo del ojo, llaman mi atención. Mi compañera de asiento, una joven con aspecto latinoamericano, agita sus dedos delante de una pantalla. Giro la vista a mi alrededor. Al menos, una docena de viajeros también están pendientes, o teclean sus pantallas táctiles. Alguno de ellos, a riesgo de perder el equilibrio con el movimiento del vagón.

Algunos minutos mas tarde, suena el tono estridente del teléfono móvil de otra muchacha situada algo mas allá. Durante diez minutos, le "retransmite" a su madre, que es quién le ha llamado, el menú de la cena que piensa hacer dentro de unas horas, y donde piensa comprar los ingredientes necesarios. Todo ello, a voz en grito para hacerse entender por encima del ruido del tren.

Salgo a la calle pensando :

- ¡¡ Que coño nos está pasando a todos !!.

¿ Como demonios se las ha apañado hasta hace poco la humanidad sin telefonía móvil ?.

Recuerdo la época en que los teléfonos fijos eran aún un cierto "lujo" en los hogares. Recuerdo mis viajes por todo el país, y medio mundo, en los que yo "daba" señales de vida, quiero decir que llamaba a los míos una vez.... ¡¡ Cada quince dias !!. Para ellos, el escuchar mi voz de tarde en tarde, era tranquilizador, y muy normal. Complementado por una carta o una postal de tarde en tarde.

Hace poco tiempo, tras el fallecimiento de mi madre, y ordenando viejos papeles familiares, descubrí una vieja caja de cartón. En ella, mi madre había guardado aquellas cartas que le habían llegado durante años desde lugares lejanos, y que yo le había enviado, tratando de mitigar sus preocupaciones por mí. 

No pude evitar soltar un lagrimon silencioso al verlas. Debían estar casi todas allí. Podía imaginarla a ella, leyéndolas tras el paso del cartero,  y releyéndolas por la tarde. Nunca me dijo que las conservaba.

Quemé aquellas cartas en una pequeña hoguera, junto a papeles inútiles. Sin su destinataria, aquellas cartas y postales, ya no tenían ningún sentido.

No me considero ningún enemigo del progreso y de la tecnología, todo lo contrario. Pero honradamente, creo que estamos "conectados" en exceso. La absoluta banalidad de las conversaciones telefónicas que me veo obligado a escuchar en lugares públicos, me sorprende.

El tener mas medios para comunicarnos mas rápido y mejor, no quiere decir que tengamos mucho mas a decir que hace treinta años. 

Un "te quiero", suena mucho mejor susurrado a oído. 

Una reprimenda, es mucho mas efectiva dicha en persona. 

Una conversación con los amigos, es mucho mas cálida y sana sentados todos alrededor de una mesa, y no a través del "whatsapp" de marras. 

Y no es necesario explicarle a tu madre detalladamente que demonios vas a cenar esa noche.

Estamos confundiendo la vida real, el mundo que nos rodea físicamente, con lo que sucede en la pantalla del "smart". Estamos a punto de convertirnos en fantasmas dentro de una máquina. 

La verdadera comunicación, no es eso. Dice mas una leve caricia, que mil SMS.

Confundimos las amistades y las relaciones con el "Facebook", y no es eso, no.

Post Escriptum :

Durante todas mis cortas vacaciones, mi teléfono móvil durmió el sueño de los justos en el fondo del armario del hotel. Lo arranqué cada dos o tres días, por si había llamado alguien conocido. Tan solo había llamadas de números desconocidos, que me "olían" a promoción comercial.  El teléfono de empresa, ni siquiera viajó conmigo.

Para mí, descansar es eso, relajarme, y preocuparme solo de que habrá de menú al mediodía.


- "Nene", la canción que has colocado, ¿ es realmente de 1.976 ?.
- Si, Timoteo.
- ¡¡ Joder, que antiguo que eres !!. Pero no suena mal, no. ¿ Me prestas el CD ?.
- ¡¡ Y una leche !!. Que es una edición especial de coleccionista. ¡¡ Te paso el archivo MP3 y vas que ardes !!.


12 comentarios:

  1. Un invento malvado que nos da mucho juego y nos llena de soledad.

    Un abrazo

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    1. Jose, por lo que veo, es tremendamente adictivo. Y solo es una fría pantalla sin nada detrás.

      Un abrazo también a tí.

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    1. Pues que con la eterna excusa de la libertad, nos han vendido otra vez una "moto".

      Un gustazo tenerte otra vez por aquí.

      Saludos.

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  3. Suerte que solo me conecto a través de ordenador que se queda en casa y no he sido atrapada por esa moda de ausentes. Voy acompañada de quinceañeras a todas partes y es tremendo, me paso el día repitiendo una frase que no sé si es del todo cierta: "Si no están aquí no son tan importantes. Deja eso un rato y haz caso a los que sí estamos".

    En cambio desde otros blog y desde el mío siento lo contrario: que aunque no estén, son muy importantes.

    El significado que la palabra importante tiene para mí, me hace pensar que aunque a veces es excesivo, quizá esa persona que les ocupa del otro lado les hagan un bien que nosotros no les sabemos hacer. Quién sabe...

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  4. Begoña, los filósofos epicúreos tenían una máxima : "Nada en exceso", y tenían toda la razón del mundo. Y la verdad, andar todo el día pendiente de la pantalla, me parece un exceso.

    Lo que tus chicas han trasladado al Whatssapp no es otra cosa que la prolongación de los chismorreos de la hora del patio. ¿ La importancia de quien está al otro lado ?. Eso tendrán que aprender a discriminarlo ellas solas.

    Tienes razón al intentar que presten mas atención a los que tienen a su lado, que a los que "están" en un distante ciberespacio.

    Porque al final, cuando llega la hora de la verdad, solo puedes confiar en los que puedes tocar al alargar el brazo.

    Saludos.

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  5. ¿qué esperas para comprar el nuevo Smartphone 3G?. ¿Quieres quedar encerrado en la cápsula del tiempo?...

    un beso desde el WhatsApp

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    1. Lucrecia, soy de los que opina que el teléfono, es para hablar. Para el resto, ya tengo los ordenadores, que son tres nada menos.

      Bastante trabajo tengo con conducir y hablar por el manos libres al mismo tiempo. Y cuando me bajo del coche, mantener la suficiente concentración para trabajar bién.

      Un beso.

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  6. Una gran entrada amigo.

    Me ha emocionado mucho lo de las cartas a tu madre. Deberias haberlas conservado aunque fuese en un cajón, porque ese es un recuerdo muy valioso, una parte de ti, de lo que eras cuando estaba ella. Por carta te diré lo que conservo yo.

    Es cierto lo de las tecnologías, yo misma a veces me engancho demasiado. Sin embargo otras es la única manera que tengo de comunicarme con personas a las que aprecio, que significan para mí mucho más que otras personas que he llegado a conocer y tener cerca.

    Y las nuevas tecnologías me hacen sentirlos conmigo, me hacen estar con ellos sin estar.

    Cuando las vacaciones acaban y se vuelve a la rutina y por geografía no tienes a esas personas cerca, hace que de esa manera sigan acompañándote.

    Pero reconozco que a veces estamos demasiado enganchados y ausentes de la realidad. Como todo, tiene sus ventajas y sus desventajas.

    Un abrazo.

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    1. Rebeka, bueno, quizás en esto tengamos un criterio diferente. Cada día busco tener un rato para atender los correos electrónicos, montar algo en el blog y conversar un rato con algún amigo-a a través del MSN.

      Quizás sean costumbres de años, rutinas. Pero me cuesta llevar un ordenador en el bolsillo a todas partes. Y prefiero centrar mi atención en lo que estoy haciendo en cada momento.

      Me encanta la música, y tengo un reproductor MP3 Sony magnifico, pero raramente lo suelo llevar en mis paseos por ahí. Prefiero escuchar el mundo que me rodea. Todos los sonidos, hasta los mas desagradables, me dicen alguna cosa.

      Un abrazo

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  7. Josep: No viajes en metro que está complicado. Hay que caminar, que es muy bueno para la salud, en especial para las personas mayores... ;-)

    besos

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  8. Gracias Lucrecia. Aprecio tu preocupación por mi salud, pero es que aquel recorrido era de unos veinticuatro kilómetros ida y vuelta, casi una etapa del camino de Santiago. Tengo 52, aún no soy mayor, me conservo y estoy de buen ver.

    Un beso.

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